jueves, 27 de noviembre de 2014

"Allí donde empieza el vórtice" de Claudia del Moral


Allí donde empieza el vórtice
Serie Grupo de investigación BELLUS I
Editorial: Highway ediciones acotadas
Género: romántico, erótico, viajes en el tiempo, física atómica, física cuántica.
Páginas: 348
Cubierta: Rústica con un leve toque a terciopelo que recuerda la pelusilla que anticipa el encuentro con un enorme, grueso e inabarcable p...
Precio: 16,95 €

Joshua es un sexy y tatuado físico atómico con fama de chico malo entre el Grupo de investigación BELLUS, una organización secreta que investiga extraños fenómenos físicos y atómicos en la costa este. Atormentado por su último fracaso (lo que parecía un misterio atómico se rebeló como un misterio celular trayendo consigo oprobio y vergüenza) navega sin investigar mucho de aquí para allá hasta que en una exposición de arte mesopotamío quedará prendado de una hermosa muchacha que camina siempre con las rodillas juntas.

Rachel parece tenerlo todo. Es joven, bonita y de estupenda figura a pesar de alimentarse solo de bebidas azucaradas, comida basura y pasteles de chocolate ultracalórico. Tiene un trabajo envidiable como relaciones públicas de la única clínica para adictos a la manicura de la costa este, un bonito apartamento de renta antigua en la zona histórica de Boston, Mississipi, un puñado de buenas amigas y una familia que la quiere. Parece tenerlo todo, pero no es feliz. No ha conocido el amor en toda su vida. Y no porque ella no quiera enamorarse, que quiere, si no por ese vórtice temporal que tiene entre las piernas que ha absorbido a todo aquel que se ha acercado a ella.

Cuando se conocen saltan las chispas y el amor. Joshua siente que es la mujer de su vida y la investigación que necesita para volver a ser coronado como Físico del mes. Rachel está convencida que es el hombre que ha estado esperado y el único que podrá resolver su extraña condición de portal dimensional. ¿Se atreverán Rachel y Joshua a vivir su amor sin importarles las consecuencias cuánticas? ¿Se abrirá de una vez por todas Rachel al amor y se atreverá Joshua a penetrar donde ningún hombre ha entrado?


Reseña

Allí donde empieza el vórtice es una de las primeras novelas de Claudia del Moral y quizá una de las más desconocidas. En parte se debe a que el género de ciencia ficción hard que Claudia practica en esta historia no es muy popular y en parte al boicot que científicos y aficionados al género le hiciero a esta novela. ¡Cómo consentir que una neófita de diecinueve años reventará los límites del género! Aunque en el momento de su publicación fue recibida con aplausos y comentarios de elogio (solo hay que recordar la reseña que se le hizo en la Isaac Asimov's Magazine donde se la describía con adjetivos como "fascinante", "arrolladora", "exigente" y "muy cachonda"), al poco las mismas voces que la aclamaban, empezaron a hacerle duras críticas.

"Una novela ridícula donde se habla de vórtices temporales, pero en realidad son vórtices dimensionales", Frank J. Delamare.
"Inmoral, nihilista y con posturas imposibles. ¡Dónde se ha visto que la mujer pueda ponerse encima", Franz Putermayer.
"Larga, absurda y llena de jerga técnica. Cuando creía que la había escrito un agradable sesentón era una historia simpática, pero al descubrir que la autora es mujer y tiene diecinueve años resulta de mal gusto e inmoral", Peter Chapellier. 

A pesar de las buenas ventas y esas primeras y entusiastas críticas, la novela pronto dejó de estar en las librerías por culpa de un editor perezoso y el boicot que sufrió nuestra autora. De forma inexplicable, la novela no recibió ninguna nominación ni al Locus, al Pocus o al Hocus. Ni Nebula, World Scientest Prize o Sexi Atomic Review.

Estas y otras críticas acabaron afectado a Claudia y acabó abandonando el proyecto de la serie Grupo de investigación BELLUS cayendo en un silencio de tres semanas que le hicieron plantearse muy seriamente dejar la literatura. Por suerte un grupo de entusiastas lectores capitaneados por Tom Jackson, editor del influente fanzine de ciencia ficción y fantasía "Desde el sótano de mi madre", sí supieron ver todas la virtudes que hace gala Allí donde empieza el vórtice y le dieron una segunda vida a la novela.

Fotocopias, multicopistas, lecturas en bibliotecas, parques públicos o guarderías hicieron que el nombre de Claudia del Moral empezara a ser conocido en el universo underground de la literatura científica erótica. ¿Qué vieron esos jóvenes lectores en la novela? ¿Por qué de boicot pasó a la reivindicación? Cualquiera que haya leído Allí donde empieza el vórtice lo sabe. 

No es una de las mejores novelas de Claudia (demasiado corta, excesivamente descriptiva y con unas páginas donde se exige de un conocimiento del arameo que no todo los lectores tienen), pero sí una de las más interesantes en su etapa de juventud cuando aun no se había atrevido a realizar sus famosas trilogías en varios volúmenes. Rachel y Joshua pueden considerarse los primeros héroes propiamente claudianios. Sexis, duros, fuertes, apasionados, flexibles, densos, polémicos. La dramática historia del vórtice vaginal de Rachel y los esfuerzos de Joshua por dominarlo y no verse arrastrado por él consigue emocionar al lector que busca los placeres de la lectura erótica, la romántica o la científica. 

Aunque Joshua resulta algo unidimensional en su papel de apasionado científico con tableta de chocolate que quiere ir más allá, Rachel en cambio se rebela como la primera gran heroína del universo de Claudia y de una enorme complejidad. Una mujer que quiere amar y ser amada, pero no puede por miedo a enviar a su amado a una dimensión / tiempo / espacio diferente. 

Escenas como "su primera vez" donde asiste horrorizada como su noviete desaparece entre sus piernas o la pérdida del dildo industrial llevan al lector a un lugar donde la literatura hasta ese momento no se había atrevido llegar. Y todo escrito con un estilo preciso, ajustado, por momentos recordando al "erotic hard boiled" que autores como Mary Andrews, Hugh Verve o Mariam Larssen practicaron en los años treinta y por los que Claudia siempre ha sentido una tremenda admiración.

Allí donde empieza el vórtice es la más interesante novela de la primera etapa de Claudia del Moral y de lectura obligada para cualquier claudista que quiera asistir al germen de una enorme escritora. Y aunque no estamos ante Manguerazos de pasión o Amor cornudo, esta novela sigue siendo una viaje apasionante y apasionado por la ciencia, el sexo y el amor. Un libro donde la física cuántica, los miembros gruesos y los pechos orgullosos se funden en una misma apasionante historia. Una novela que demuestra que la física atómica puede ser tan sexi como un profesor estricto o una agente secreta con un pasado tortuoso y ganas de marcha.  Porque una novela primeriza de Claudia del Moral es una obra maestra para escritores como Tolstoi o Melville.

Rachel se tumbó en la cama. No podía quitarse de la mente los ojos negros de Joshua ni su voz cuando le dijo, "solo quiero tomar unas muestras gravitacionales, no se preocupe". El recuerdo de los graves de su voz hizo que le temblara el bajo vientre y sintió el irrefrenable impulso de empezar a acariciarse. 

Hacía años que no se tocaba tan abajo, incluso al ducharse solía esquivar esa parte, pero esa tarde, sola, desnuda, con el calor de agosto lamiendo sus pechos, dejó que sus dedos se deslizaran entre el vello de su pubis y abrieran unos labios que aun aguardaban un primer beso. Fue como activar un reactor nuclear. Las caricias se hicieron más intensas mientras deslizaba los dedos por los pliegues hasta que fisionó su clitoris y sintió que el mundo estallaba a su alrededor. Un placer como jamás había sentido y el nombre de Joshua que se escapaba de sus labios... de ambos labios.

Entonces, en el silencio que precede al placer, oyó una respiración que venía de entre sus piernas y notó que algo acariciaba con lascivia uno de los dedos que aun permanecía dentro.

Allí donde empieza el vórtice, capítulo 6

- Los resultados de la tomografía computerizada no son concluyentes. 
- ¿Qué quieres decir? - preguntó nervioso Frank.
- Que no puedo afirmar que sea un espacio psicomótrico adyacente.
- ¿Estás seguro?
- ¿Lo estarías tú? 
Joshua dejó que el silencio se adueñara del laboratorio. Aquella mañana todo estaba saliendo mal. Ninguna de las pruebas que le habían hecho a Rachel les aportaba nueva información y la dirección del instituto les había dicho que estaban pensando en suspender la beca de investigación. 
Al final, fue la voz de Rachel la que rompió el tenso silencio.
- ¿Tardaréis mucho en sacarme la sonda? Me empiezan a doler las piernas.

Allí donde empieza el vórtice, capítulo 11

- No puedo dejar que lo hagas - suplicó Rachel.
- Tengo que hacerlo.
- Pero podrías no volver. No quiero perderte.
- No me perderás - Joshua tomó entre sus manos la cabeza de Rachel. Era tan hermosa. - Volveré a ti. Siempre volveré.
Se besaron. Fue como el encuentro de dos electrones errantes que consiguen retomar el camino a casa. Rachel empezó a desabrochar el pantalón de Joshua y tomó con cuidado entre sus manos su grueso y pesado pene. No quería partirse otra vez una uña. Lo empezó a acariciar mientras sentía como una humedad que podría acabar con unos cuantos pueblos pesqueros empezaba a deslizarse entre sus piernas.
- Te quiero.
- Yo también te quiero, Rachel.
- Entra en mí, Joshua - y lo condujo al vórtice tras volver a comprobar la cuerda de seguridad.

Allí donde empieza el vórtice, capítulo 26

martes, 18 de noviembre de 2014

Claudia responde...

Mi buen, pero muy molesto amigo Jordi, me dio la idea para esta sección. Estábamos tomando un café y poniéndonos como cerdos con bollería, cuando en medio de ese silencio que se produce entre dos insultor, me dijo con la boca llena.
- ¿Podríamos escribir a Claudia?
- ¿Cómo?
- Estaría bien poder escribir a Claudia. Enviarle un mail para consultarle... cosas. Consejos para escribir, ideas, técnicas que ella utiliza, cómo conoció a Diógenes y consiguió que trabaje para ella... Que nos ayude en la escritura, la vida, el universo y todo.
- Sí, no estaría mal. Pero tendría que hablarlo con ella. No puedo comprometerme a nada en su nombre. Ya sabes el carácter que se gasta.
- Tú pregunta. Estaría muy bien que nosotros, pobres mortales sin talento ni vida, pudiéramos absorber la infinita sabiduria de alguien como Claudia del Moral.
- Lo pregunto.

Y lo hice. Subí al palomar, tomé entre mis manos a Pitutaria, una de las palomas favorita de Claudia, y tras atarle un corto mensaje a la pata, la lance al vuelo.
- Vuela Pitutaria, vuela. Vuela y en tu vuelo aprende, observa, siente. Vigila con los aviones, las águilas, los franceses y los suicidas. Vuela hasta Capri y lleva mi pregunta a Claudia.

A los pocos días recibí una carta con una única respuesta.

Sí.

Así que abrimos las líneas. Escribid vuestras preguntas, Claudia responderá. De literatura, de sexo, de vida, recetas de cocina, arreglar un armario, deshacerse de un cadáver, fisionar un núcleo, recomendación de un restaurante. No importa. Claudia puede con todo.

Si queréis dejar una pregunta, escribid un comentario en esta entrada y Claudia responde.


jueves, 13 de noviembre de 2014

Escuela Claudia del Moral para jóvenes y apasionados escritores

Claudia del Moral ha vuelto y con más ganas que nunca.

A lo largo de este año son muchos los interesados que me han remitido cartas, privados, palomas, corzos, vaqueros, saltamontes, mensajes telepáticos, columnas de humo, conejos en una olla y otras formas de comunicación preguntando qué ha pasado con Claudia del Moral. ¿Se ha retirado? ¿Ha dejado de escribir y se dedica a la vida contemplativa o a resolver crímenes en trasatlánticos de lujo acompañada de su fiel y cachas Diógenes? ¿Ha muerto y ahora su cadáver momificado es adorado por una oscura secta de fan girls? ¿Por qué ha pasado de publicar seis novelas al mes de las más ardientes temáticas a este insoportable silencio que está conduciendo a sus innumerables fans a la locura y al canibalismo? ¿Qué ha pasado, por amor de un dios?

Muchas cosas han pasado. De algunas de ellas tengo prohibido hablar ya que sus ramificaciones políticas, sociales y sensuales aun están marcando el devenir de este mundo. De las demás, ahora me dispongo a hablar.

Como todos sabéis, Claudia suele pasar la mayor parte de la año en su sencilla villa en Capri.

Villa Claudia o Casa Pasión.
El lugar donde Claudia del Moral ha perpetrado sus mejores creaciones.

Esta crisis se inició cuando Claudia estaba corrigiendo las galeradas de la décimo octava entrega de su famosa serie "Highlanders en patines" y se dio cuenta de que el argumento que había utilizado para relatar las eróticas aventuras rodantes del agresivo, pero dulce Patrick "El tonelero" y la aguerrida e indómita Megan Vargas era igual, salvo el patinete del protagonista, al que ya había utilizado en la trigésimo tercera parte de su saga "Vampiros sin calzones". Quedó consternada ante su ordenador de marfil sintiendo como una terrible idea iba introduciéndose en su prodigioso cerebro cual gusano en la hrida del despistado campista que no ha sabido cauterizarla y deja parte de carne palpitante y correosa como tentación de parásitos. Se dio cuenta de que se había quedado sin ideas. Vacía como una ánfora griega e igual de hermosa. Quizá después de más de dos mil novelas, la llama de su inspiración se había agotado. Apagó el ordenador, llamó a la editorial y a sus abogados para informarles de que no podía continuar y se adueño de ella una profunda tristeza que ni los sugestivos masajes de nalgas de Diógenes podía aliviar.

Diógenes, apoyo siempre fiel de Claudia.

Por primera vez en su vida, Claudia no podía escribir. Pasaba los días encerrada en su mísera villa en Capri escuchando música renacentista francesa y contemplando indiferente las rutinas de abdominales de Diógenes. No podía escribir. Sus historias eran las de siempre, era una fracasada y ni las noticias de tumultos en librerías por la falta de sus novelas podía alegrarla. Admiradores, fans, locos, escritores envidiosos, todos ellos se interesaban por la suerte de Claudia, pero solo recibían silencio y perdigones. Claudía había entrado en un pozo de desesperación que parecía no tener fin.

Hasta que un día, después de una rutinaria sesión de sexo de seis horas, Diógenes prendió una llama. Quizá había llegado a la hora de compartir. De enseñar a otros escritores todo lo que ella llevaba dentro, todos sus conocimientos de técnica y creación para conseguir las más húmedas y tórridas novelas de amor y pasión. En un primer momento rechazó la idea, pero al paso de los días fue dándole vueltas y sí, de acuerdo, quizá fuera una forma de volver al mundo, reconectar con la literatura y sus seguidores y devolver el cariño que a lo largo de los años le habían dado. Una escuela, un lugar donde jóvenes escritores tuvieran cobijo, apoyo y comida para crear sus obras. Séis meses de convivencia en su pequeña villa capriana bajo la férrea tutela de una profesora tan exigente como Claudia. Cuatro escritores jóvenes seleccionados de todo el mundo que contarían con la ayuda de una figura como Claudia para alumbrar sus primeras novelas. Dicho y hecho. Anuncio, selección y la primera generación de pequeños clauditos con sus respectivas novelas. Seis meses de duro trabajo que cristalizan en novelas como esta:

Pasión supervividora, Agnes Tibaldi, próxima publicación.

La ambición de la joven escritora Agnes Tibaldi es la de convertirse en la reina indiscutible del género romantic survivor, novelas distópicas de supervivencia en entornos hostiles donde el amor tiene una segunda oportunidad. Su primera novela es la prueba indiscutible de que es una voz narrativa que dará mucho de que hablar.

Un mundo futuro dominado con mano y pie férreo por La Corporación Malvada, un gobierno distópico y tirano que tomó el poder tras el desastre conocido como La Gran Deflagración que dejó el mundo hecho unos zorros. Para conmemorar el día de su toma de poder, y para controlar la población de adolescentes rebeldes que exigen derechos y wifi en el metro, todos los años se organizan los Juegos Salvajes donde un par de centenas de jóvenes y jóvenas son abandonados en entornos hostiles sin nada más que ajustados trajes de cuero y un mondadientes. Entre estos adolescentes se encuentra Sylvia, la más rebelde de las rebeldes, con un precioso pelo natural, ojos almendrados, control inaudito de su peso y un fuerte carácter que quizá no le servirá de nada cuando conozca en esa selva plagada de animales mutados al misterioso, callado y guapísimo Trevor. Ella quería cerrar su corazón, pero los ojos de Trevor parecían tener el poder para hacérselo abrir. El corazón y otras cosas que una señorita siempre mantiene cerradas.

Sylvia se contempló en el arroyo que discurría dentro de su cabaña y admiró su reflejo. Aunque habían pasado seis horas, aun sentía los labios palpitantes por el beso que le había robado Trevor. Su generoso pecho se agitaba al recordar el momento en que Trevor se abalanzó hacia ella y ella, a pesar de querer resistirse, se había dejado comer la boca por el chico al que había jurado odiar. ¿Cómo se había atrevido? ¿Y por qué sentía que le había gustado?
Un alboroto en el Claro interrumpió sus profundos pensamientos. Salió de su cabaña y vio como un grupo de chicos a los que no conocía por nombre, pero que pertenecían al grupo que había bautizado como Carnaza, llevaba en brazos a Trevor.
- ¿Qué ha pasado? - preguntó presintiendo lo peor.
- Un Osoespín nos ha atacado cuando nos disponíamos a recoger moras. Trevor nos ha salvado al enfrentarse al Osoespín con su mondadientes. Lo ha matado, pero...
- ¿Pero?
- El Osoespín le ha clavado su aguijón en el vientre. Queríamos atenderlo allí mismo, pero antes de desmayarse nos ha dicho que solo tú podías curarle.
- Está bien - dijo -. Nunca he curado a nadie, pero no debe de ser tan difícil sacar del vientre un aguijón.
Lo llevaron a su tienda mientras ella se preguntaba si quería salvarlo. Quizá si lo hacía él volviera a besarle. Lo quería y lo odiaba por igual.
Los chicos de Carnaza lo dejaron encima de una mesa.
- Quitadle la camisa - dijo Sylvia. 
Lo que vio la dejó sin aliento.
Un pecho liso, fuerte y duro. Una deseable tableta de chocolate la invitaba a acariciar y lamer cada recodo. Un ligero vello parcelaba el marmóleo pecho de Trevor y se perdía más allá de su ensangrentado vientre hacia partes que Sylvia solo imaginaba por las noches con la mano inquieta. Se quedó sin respiración, con el corazón palpitando, sintiendo como sus pezones se endurecían y bailaban dentro de su sostén de cuero, como una oscura humedad le invadía su entrepierna provocando que a cada uno de sus pasos le acompañara un ligero sonido que parecía sinónimo del deseo que le despertaba aquel hombre que se hallaba ante sí. Pasó unos minutos contemplando aquel cuerpo perfecto hasta que la chirriante voz de uno de Carnaza la sacó de su ensueño; una voz donde se adivinaba el deseo que ella le despertaba.
- Deberías hacer algo... se está desangrando. Y el olor que desprende esta atrayendo a las Arañas Lobo.
¿Qué le estaba pasando? ¿Dónde había quedado su decisión de no volverse a sentir atraída por ningún hombre? Solo tenía ganas de llorar, pero no podía. Tenía que salvar una vida. Otra vez.

Impresionante, ¿verdad?
Pues esta es solo una pequeña muestra del talento que ha nacido en la nueva Escuela Claudia del Moral para jóvenes y apasionados escritores. En los próximos días encontraréis más información, más adelantos, más talento y mucha más sorpresas.